Los 90 minutos que Colón debe jugar con la cabeza y el corazón

Los 90 minutos que Colón debe jugar con la cabeza y el corazón

Ha llegado la hora de la verdad. Frase nada original pero a tono para este día tan especial en la historia sabalera. Cuesta creer que a dos años y medio de disfrutar de la gloria, Colón dependa de un resultado para quedarse en Primera o descender. El año pasado jugaba Libertadores y hoy necesita vencer a Gimnasia para quedarse en el círculo privilegiado. Justamente en esa categoría en la que fue rey aquél 4 de junio de 2021 que está tan cerca en el tiempo pero lejos en comparación con esta angustia que padecen los hinchas sabaleros.

Los por qué no se esconden, no se pueden disimular, fluyen y se van sucediendo: el desgaste con el técnico campeón y su salida a seis meses de la gloria; la llegada de Falcioni y un plantel que no se supo mantener (ni en nombres ni en jerarquía) al punto tal que toma vigencia aquella conferencia post partido con Huracán y antes de enfrentar a Talleres por la Libertadores, cuando Falcioni sacó el famoso papelito en el que tenía anotados los refuerzos que nunca llegaron; el fracaso en la llegada de Rondina, un interinato al que tampoco le encontró la vuelta ese "bombero" llamado "Chupete" Marini y aquéllos partidos de Saralegui que, al principio, invitaron a la ilusión pero que luego todo se desmoronó con el armado de un plantel mediocre y limitado que hizo un mal torneo de la Liga Profesional 2023 y al que Gorosito apenas pudo mejorar un poco.

En esta Copa de la Liga, reinó la irregularidad. Muy buenos partidos y resultados en Santa Fe, matizaron con flojísimas presentaciones de visitante. ¡Hasta una derrota con Arsenal, cuando ya el equipo de Sarandí estaba descendido!... Demasiados errores, trenes que pasaron por delante de las narices y Colón se quedó allí, parado en el andén hasta llegar a este último partido decisivo ante Gimnasia.

La primera pregunta que uno se hace es: ¿cuál será el Colón que nos tocará ver en el Parque?, ¿el Colón que juega y supera a sus rivales de local?, ¿el Colón que se llena de dudas y de debilidades de visitante?. Y aquí entra a "tallar" el técnico, porque sin dudas que fue un gran responsable de una producción extremadamente floja ante Vélez, con una línea de cinco estática, un mediocampo sin funcionamiento y escasa fuerza ofensiva. Los cuatro cambios que hizo en el entretiempo fueron el principal síntoma de ese planteo equivocado.

Colón volverá a tener un equipo parecido al de Talleres (el mejor partido de los últimos tiempos). Se plantea la duda entre Nardelli y Meza por derecha, pero está confirmado el retorno a la línea de cuatro con la salida de Goltz. En el medio, Damonte apuesta a la experiencia del Kily Vega para formar una dupla con Perlaza más de contención, con Galván, Botta y Favio Alvarez un poco más arriba, tratando de armar juego y de abastecer a Wanchope Abila, que seguramente tendrá la misma compañía de ese partido con Talleres en el que fue figura preponderante y autor de un golazo.

Hay muchas frases hechas también para definir esta clase de partidos. Son finales. Y se sabe que las finales se ganan. Pero también hay que saber jugarlas. Acá adquiere mucha importancia la parte anímica y, como en todo partido de fútbol, las circunstancias propias y los "accidentes". Un gol tempranero, una expulsión, forman parte de esos "accidentes" que pueden modificar estrategias o adaptarlas a otro tipo de circunstancias.

Además, estos partidos se juegan con el corazón "más caliente que nunca". No digo que el resto de los partidos sean diferentes, pero queda claro que hay un "plus" distinto, una presión diferente y esto también juega. A veces, la exigencia termina atando al jugador. Y esto es lo que se debe evitar.

Los dos llegan golpeados. Gimnasia parecía tener todo encaminado para la salvación y trastabilló en el final. Así como Colón lamenta haber perdido un punto en la última jugada del partido ante Banfield o ese encuentro que perdió contra Arsenal descendido, Gimnasia puede decir lo mismo del partido con Atlético Tucumán, que iba ganando y se lo dieron vuelta en su propia casa.

En el banco rival estará Leo Madelón, un ídolo de Unión, otro elemento que le agrega matices y color a un partido lleno de angustias, ansiedades y, por qué no decirlo y admitirlo, también temores.

11 de Colón

Ibañez; Nardelli o Meza, Garcés, Conti y Delgado; Vega y Perlaza; Alvarez, Botta y Galván; Abila.